Ahora capaz juguemos a engañarnos, porque ayer nos tocó jugar a querernos. No es que haya un orden riguroso para los juegos, pero te estás volviendo predecible, pobre corazón.
Mañana nos toca reconciliarnos, porque ningún juego dura más de un día, eso si es severo, porque el que extiende el juego lo vuelve eterno. Y nadie quiere lo eterno, eso se sabe.
Pero… ¿si no quiero jugar más?, entonces no quisiera ser tu.